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Prevención de Riesgos desde el Alma.-

Actualizado: 25 jul 2020



Hola a todos y a todas, antes que se sumerjan en este extracto del libro Prevención de Riesgos desde el Alma, queremos darle la bienvenida a Eduardo Choppelo , una gran amigo y un prócer de la Prevención de Riesgos , pero más que eso una buena persona , porque antes de ser cualquier cosa primero tenemos que ser buenas personas y él es uno de ellos. Comentar un poco de Eduardo, 35 años de trayectoria e implementando la Prevención de Riesgos de un ámbito totalmente distinto. En este blog se presenta la mirada de un experto en prevención de riesgos de dilatada trayectoria en el ámbito laboral, que nos ofrece una mirada distinta a la manera tradicional de hacer Prevención de Riesgos, que creemos puede ser de interés para quienes tienen la responsabilidad de administrar la prevención de riesgos en sus respectivos trabajos o faenas. Cabe señalar que este blog es un breve extracto del libro "Prevención de Riesgos" desde el alma que el propio autor está próximo a publicar.


Para nosotros feliz que haya elegido a URSICCORP LTDA para compartir su emprendimiento que por lo demás está escrito con bastante amor y profesionalismo, sin duda será una herramienta potente para quienes están en esta carrera tan hermosa como la Prevención de Riesgos.-


PREVENCION DE RIESGOS DESDE EL ALMA (*)

Eduardo Choppelo T.

Al hacer una invitación a hacer prevención de riesgos desde el alma, no estoy haciendo una invitación a unirse a un grupo religioso ni a prácticas místicas. El llamamiento a hacer una prevención de riesgos desde el alma no se trata de mirar la gestión preventiva como algo etéreo o distante. Simplemente es un llamado a entender a las personas con quienes trabajamos desde lo afectivo emocional, que es en definitiva donde se origina lo conductual. No pretendo en estas páginas explicar, debatir o cuestionar las creencias sobre el alma desde la mirada religiosa o filosófica. Para efecto de lo que expongo entenderemos como alma, el ser interior de la persona o la fuerza vital que nos mueve por la vida, entendiendo que en ese ser interior cohabitan emociones, sentimientos y sensaciones.


En su libro “Emociones que Matan” el doctor estadounidense Dan Colbert, nos dice que tenemos múltiples conexiones neuronales entre el cerebro (asiento del pensamiento lógico) y el corazón (asiento de las emociones), pero que a la vez son independientes uno del otro. Por ello, no es de extrañar que en ocasiones tengamos sensaciones contradictorias entre lo que pensamos y lo que sentimos, o dicho de otro modo entre lo que debiéramos hacer y lo que realmente queremos hacer. Mi invitación es a encontrar la raíz de nuestras emociones, sentimientos y sensaciones para utilizar ese saber específicamente en el campo preventivo.


Creo que desde el alma, ese espacio profundo de nuestro ser, desde el que se generan nuestras emociones, sentimientos y sensaciones, aquello que nos motiva, lo que nos moviliza, ese ser interior que en definitiva nos hace ser quienes somos, pero del cual muchas veces no somos conscientes, de donde creo que podemos obtener nuevas herramientas para prevenir accidentes.


En nuestra sociedad y en estos tiempos, lo emocional parece no tener cabida. Sin embargo, filósofos, pensadores y especialmente desde el mundo de la psicología, surgen potentes voces que nos instan a mirar con más cuidado nuestras emociones. Ya hace varios años Daniel Goleman, con su best seller “La inteligencia emocional” (1995) nos ayudó a entender que es tan válida la inteligencia emocional como la cognitiva. Por su parte, el destacado neurocientífico y médico neurólogo de origen portugués Antonio Damasio declaró, en su libro “El error de Descarte” lo siguiente: “Las estrategias de la razón humana probablemente no se desarrollaron, ni en la evolución ni en un solo individuo, sin la fuerza guía de los mecanismos de regulación biológica, de los cuales la emoción y el sentimiento son expresiones notables. Además, incluso después de que se establezcan las estrategias de razonamiento … su despliegue efectivo probablemente depende, en gran medida, de una capacidad continua de experimentar sentimientos”.


Lo que pretendo demostrar a través de estas líneas, es que nuestros trabajadores no se quieren accidentar, en eso asumo que habrá consenso generalizado. Entendemos que, cuando ejecuta las tareas que le competen, identifica y evalúa, desde su mirada, los riesgos presentes, los dimensiona y toma las medidas que él cree suficientes para reducir o controlar el riesgo. Sin embargo, en mi larga experiencia, especialmente en el mundo de la construcción, he visto que, en muchísimos casos, las decisiones que ese trabajador tomó fueron muy arriesgadas, incluso imprudentes, que distaban mucho, desde lo racional, de lo que le exige su empleador, desde lo que le dijeron o enseñaron, ya fuera su superior o el prevencionista. En otras palabras, el trabajador tomó decisiones más en función de sus creencias y percepciones que desde lo racional dentro de su ámbito laboral. Por tanto, es necesario entender que en el comportamiento arriesgado existen también factores de naturaleza psicosocial, emocional y afectivo que es preciso tener en cuenta con el fin de llegar efectivamente al trabajador, yendo más allá de la creencia de que la persona es un ser meramente cognitivo, y por tanto también es necesario entender que solo con enseñarle algo, no vamos a generar en él, la suficiente convicción que motive su actuar.


Desde mi mirada, tanto las personas que dirigen las actividades laborales como los trabajadores que aportan la mano de obra, necesitan mejorar sus niveles de conciencia emocional. Debemos comprender que, si se trabaja la actitud, la autoestima, la motivación y la buena disposición, estas pueden ser los aportes necesarios que mejoren los niveles de seguridad en las operaciones.


Postulo que la prevención de riesgos surge de fuerzas motivadoras que pueden ser extrínsecas o intrínsecas, siendo la última la más poderosa e importante de ellas. Permítanme aclarar esto con un ejemplo: Un conductor va por la carretera y ya sea que automovilistas en sentido contrario le adviertan de la presencia policial o se entere de ella por alguna aplicación (por ej. Waze) el conductor a partir de esa información, modifica su conducta vial: reduce la velocidad, verifica que tenga puesto su cinturón de seguridad o, si su licencia de conducir indica que debe manejar con lentes ópticos, verifica que los tenga puestos. Allí está funcionando una fuerza motivadora extrínseca. Ese conductor modifica su manera de conducir pues siente que alguien o algo le obliga a adoptar una serie de conductas preventivas. Por otra parte, si ese mismo conductor, independiente de la presencia o no de policías en el camino, conduce a velocidad razonable y prudente, cumpliendo con los límites de velocidad establecidas para esa carretera, cumpliendo con la normativa que regula la conducción en vías públicas, utilizando los medios de seguridad que el respectivo reglamento establece, está actuando preventivamente pero por motivación intrínseca, no necesita de agentes externos que le recuerden u obliguen a actuar de modo seguro. Aplique lo mismo en cualquier tipo de trabajo y verá que la mayor parte de nuestros trabajadores requieren de fuerzas motivadoras extrínsecas.

(*) Este blog es un pequeño extracto de mi libro “Prevención de Riesgos desde el Alma"


CÓMO USAR ESTE LIBRO



Este libro pretende llegar a la línea de mando, creo que ese segmento tan importante de cualquier trabajo, además de planificar, organizar, dirigir y controlar las operaciones, debe ser capaz de comprender la fuerza motivadora del alma humana y por tanto debe ser capaz de llegar al alma de sus trabajadores. Entiendo que el actuar desde lo emocional muchas veces es concebido como un aspecto débil de quien tiene a cargo personas y que, por lo tanto, carece de sentido práctico para la vida moderna. No obstante, actuar desde nuestro ser interior no debiera verse como algo complicado o difícil de lograr, dado que lo emocional es una parte natural de cada uno de nosotros y por tanto actuar con inteligencia emocional es más práctico y sencillo de lo que usted podría creer. Nuestros trabajadores no son distintos de nosotros en este aspecto, por lo tanto, desde lo emocional, podemos llegar con más eficacia a nuestros trabajadores, para motivar en ellos mejores respuestas en el ámbito preventivo.


De esta manera postulo que, unido a lo que ya se hace por mejorar las condiciones de trabajo para la prevención de riesgos laborales, es preciso cambiar la creencia social acerca de la dimensión de seguridad en la conducta humana. Por la incidencia que esta conducta tiene en la génesis de los accidentes y enfermedades profesionales, no basta con hacer llamados racionales o a intentar generar cambios conductuales desde lo cognitivo. Es necesario que aprendamos a tratar a nuestros colaboradores desde la dimensión más emocional, pues no olvidemos que los seres humanos somos más emocionales que racionales. Por lo tanto, tenemos que llegar al alma de nuestros colaboradores, pues esa es la fuerza motivadora que gatilla su conducta.


A la línea de mando, recordarles que pueden tener muchas capacidades, pero si no manejan adecuadamente su estado emocional, va a ser difícil que se encuentren en la mejor disposición para atender a todas las variables que demanda la dirección de humanos con sus propias emociones. “Todos sabemos por experiencia propia que nuestras decisiones y nuestras acciones dependen tanto -y a veces más - de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos” dijo Daniel Goleman. “Hemos sobrevalorado la importancia de los aspectos puramente racionales (de todo lo que mide el CI) para la existencia humana pero, para bien o para mal, en aquellos momentos que nos vemos arrastrados por las emociones, nuestra inteligencia se ve francamente desbordada”6.


Para que un profesional o un supervisor a cargo de un grupo humano pueda conectar con el lado emocional de sus colaboradores, el requisito indispensable es que primero se conozca a sí mismo, que sea capaz de explorar su interior y desde allí expandir esa realidad para servirse de ella y hacerse de nuevas herramientas para dirigir personas. En muchas ocasiones, los supervisores se aferran a su experiencia. Lo que les resultó en el pasado se sigue atesorando y se piensa que les va a seguir resultando útil. No obstante, si quieren tener mejor eficacia en la comunicación con las personas a su cargo, tiene que estar dispuesto a dudar de sus certezas, a “resetear su disco duro”, pues el conocimiento y experiencias previas pueden resultar ser una mochila pesada que, por seguir anclado en su lado intelectual y lógico, pueden cerrar las puertas a su intuición y a sus propias expresiones emocionales. En el caso del tema que nos ocupa, debe estar dispuesto a desarrollar habilidades sociales y utilizar las soft skills necesarias para llegar adecuadamente a sus trabajadores. Definitivamente la forma de dirigir y liderar que fueron útiles en el siglo pasado, no sirven en el siglo XXI o su utilidad y practicidad no son lo mismo que era hasta 15 años atrás. Por ello insisto, la línea de mando debe cuestionar su modo de liderar, y adecuarse al nuevo escenario que se abre con la evolución que han tenido, muchas veces inconscientemente los trabajadores del siglo XXI.


Pero también este libro pretende llegar a los trabajadores. Sí, ya sé, nuestros trabajadores no son muy dados a leer. De hecho, en Chile, según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) correspondiente a 2017, el estudio reveló un aumento del analfabetismo de la población más pobre (multidimensional) del país: si en 2016 era de un 6,4% en 2017 alcanzó un 7% (Fuente: Redacción/El Dínamo, 23 de Agosto de 2018) Hay que hacer hincapié en que este porcentaje de analfabetismo total está dado en el segmento más pobre del país, de donde proviene una parte importante de nuestra mano de obra. Mientras que el número de analfabetos funcionales, “podría llegar a los 4 millones de chilenos”. Estas son personas que aprendieron a leer y escribir en niveles muy básicos, pero que sus competencias no son suficientes para utilizar estas operaciones en su vida cotidiana y "carecen de aspectos relevantes para su identidad y su inserción social", explicó Alfredo Astorga, especialista de la Unesco”. (diario La Tercera del 08/09/2009)


Por lo tanto, la información del libro hay que bajárselas a ellos. Si entendemos a nuestros trabajadores como seres emocionales, debemos aceptar que no basta con darles “capacitación” mediante charlas que entregan información a su mente racional, sino más bien necesitamos llegar a su alma para cambiar la fuerza motivadora interna, transformar el conocimiento en “intención”, pues esta se transformará en el motor de su conducta preventiva. En pocas palabras, para que un trabajador tome las medidas preventivas adecuadas (como por ejemplo utilizar los EPP) es preciso que tenga intención de hacerlo.7 ¿Cómo logramos que tenga esa “intención”? Llegando al motor de conducta, el ser interior, llegar a su alma.


La intención de este libro es crear un marco de respeto al trabajador entendido como un ser humano completo. No es sólo una ficha más de un juego, no es el peón del ajedrez. Es una persona que tiene sus propias emociones y sensaciones, esas que no vemos, pero que se manifiestan en su conducta y en la respuesta a nuestras solicitudes. Stephen R. Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, dice: “El conocimiento es el paradigma teórico, el qué hacer y el por qué, la capacidad es el cómo hacer. Y el deseo es la motivación, el querer hacer. Para convertir algo en un hábito de nuestra vida, necesitamos esos tres elementos”8. Si esto lo aplicamos específicamente a la prevención de riesgos, tenemos que en los distintos tipos de trabajos generalmente el primero de estos tres aspectos (el qué hacer y el por qué hacer) ya están. Si se ha hecho una adecuada selección de personal, el segundo aspecto (el cómo hacer) también debiera estar presente, la cuestión es: ¿Está el tercero de estos elementos (el querer hacer)? En mi opinión, este tercer elemento el deseo de hacer, el querer hacer, corresponde a la parte espiritual de la persona y solo depende de ella sacarlo de su interior. Por ello, creo que debemos llegar a ese interior y ayudarlo a que aflore la motivación, el querer hacer.


En el mismo libro antes citado, Stephen R. Covey, cita a Marilyn Ferguson, quien señaló: «Nadie puede convencer a otro de que cambie. Cada uno de nosotros custodia una puerta del cambio que sólo puede abrirse desde adentro. No podemos abrir la puerta de otro, ni con argumentos ni con apelaciones emocionales»9. Es decir, será indispensable que el trabajador quiera generar el cambio que buscamos. No podemos convencerlo a cambiar, él debe querer abrir desde su interior la puerta de la correcta actitud preventiva. Para hacer prevención de riesgos desde el alma, es condición sine qua non que el trabajador abra la puerta de su alma desde adentro. La fuerza movilizadora debe ser intrínseca.


Creado por Eduardo choppelo T.- / Compartido por URSICCORP LTDA.-

24/07/2020

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